Tenga en cuenta lo siguiente del artículo que cita: “Las células no sobreviven por mucho tiempo, pero parecen desencadenar una respuesta de curación en el cerebro dañado del paciente”.
Sí, esta terapia involucraba células madre, pero el beneficio parece ser un efecto desencadenado por su presencia temporal. Estas son células de médula ósea adultas que se colocan en el cerebro. No se convierten ni reemplazan las células cerebrales faltantes. Presumiblemente, una vez que aprendamos qué vías bioquímicas se desencadenan por la inyección de estas células que no pertenecen al cerebro, podemos buscar formas más eficientes y menos invasivas de desencadenar esas vías.
Cuando el público escucha acerca de la terapia con células madre, en su mayor parte están imaginando que esto significa reemplazar células ausentes, lesionadas o anormales con equivalentes saludables. En este momento, el trasplante de médula ósea es la única terapia clínicamente aprobada que funciona de esa manera.
El punto en el que podemos usar con seguridad células cultivadas en laboratorio derivadas de células madre para reemplazar directamente a tipos de células maduras distintas de la sangre, con el fin de restaurar la función, todavía no está aquí. Pero sí creo que estaremos allí en los próximos 5 o 6 años para algunas enfermedades.
Mientras tanto, instaría a la extrema cautela con respecto a los reclamos de tratamientos milagrosos con células madre. Este artículo del New York Times lo aclara claramente: Una historia cautelosa del “turismo de células madre”