Por lo general, la enfermera es la persona que observa estos cambios primero, ya que pasamos mucho más tiempo con el paciente que el médico.
Dicho esto, los cambios se pueden detectar de varias maneras. Los signos vitales cambian: la presión arterial desciende, la frecuencia cardíaca aumenta, la respiración disminuye y se vuelve más irregular y / o laboriosa. A menudo la temperatura también aumentará.
Hay otras indicaciones, como la disminución de la capacidad de respuesta (algunos pacientes se vuelven comatosos por días o semanas antes de la muerte). Los órganos comienzan a cerrarse; la producción de orina es escasa o inexistente al final. El apetito es pobre. Las pruebas de laboratorio serán anormales.
Este proceso puede ir acompañado de inquietud y / o signos de dolor, pero con una buena atención al final de la vida, como lo proporciona el hospicio, un paciente puede morir con comodidad y dignidad.