Si el 20% de los pacientes con una afección médica sobrevive y el 30% de los pacientes a los que se les dice que ‘80% de los pacientes con esta condición sobreviven ‘sobreviven, ¿qué debe decirle el médico a los pacientes sobre sus probabilidades?

Como médico que trata con neoplasias hematológicas (cánceres de sangre) a diario, este es un territorio familiar para mí. En general, nunca uso cifras definitivas cuando explico el pronóstico a un paciente. El hecho es que todas las cifras que explican el resultado de un paciente son el resultado de grandes estudios en miles de pacientes. Es casi imposible predecir cuál será la respuesta en ese paciente en particular. Ciertamente, hay algunos cánceres que responden mejor que otros y afecta la manera en que explico el pronóstico a un paciente determinado. Considere la posibilidad de un trastorno como la leucemia mieloide crónica (CML, por sus siglas en inglés) que se puede tratar, ganar una sola tableta diaria y no requiere quimioterapia intensiva. Es probable que los pacientes con este trastorno lo hagan extremadamente bien y esto se refleja en lo que les digo. Darle números a un paciente en este caso no tiene sentido ya que es probable que les vaya bien a largo plazo. Por el contrario, una afección como la leucemia mieloide aguda (AML, por sus siglas en inglés) es muy agresiva y tiene tasas de respuesta deficientes incluso con las mejores terapias. Cuando se explica el pronóstico de un caso así, es importante comprender que ese paciente no necesariamente es uno de los que no responde al tratamiento. Por otro lado, darle al paciente una imagen irrealista y optimista también le estaría haciendo un flaco servicio. El mejor término medio en tal situación es proporcionar una perspectiva realista para el paciente sin dar falsas esperanzas. Los porcentajes casi nunca se aplican a un paciente individual. El llamado efecto placebo es controvertido y consideraría poco ético torcer mis palabras para hacer que las malas noticias sean realmente buenas.

Creo que un médico no debería iniciar una discusión sobre los números. Si el paciente solicita información sobre cuántos sobreviven con una enfermedad, siempre es bueno darle un número positivo saludable. Se han realizado varios metanálisis sobre si el placebo se puede usar como una cura, pero ninguno ha resultado sorprendente. Cada estudio solo ha aportado hallazgos opuestos a los anteriores. Los placebos ejercen efectos sobre las vías del dolor y las áreas de afecto y emoción. Entonces, pueden ser probados solo en aquellas condiciones que tienen un elemento de funciones mentales superiores involucradas en su curación. Es análogo al hecho de que un soldado que pelea en el campo de batalla puede soportar altos grados de dolor en sus extremidades, lo cual es inimaginable para otra persona en el hogar. Los médicos continúan prescribiendo antibióticos para las fiebres virales y las infusiones intravenosas para los casos de debilidad general. En cualquier caso, el paciente se va con una sonrisa en los labios. Para resumir, los placebos no funcionan en todas partes. Pero, donde sea que lo hagan, funcionan mejor que la droga.