La radioterapia se administra en situaciones donde existe la preocupación de que el cáncer microscópico se quede debido al tipo de cáncer o al grado de la enfermedad. No todas las situaciones se pueden mejorar agregando radiación.
Los usos más comunes son después de la cirugía para cáncer de cabeza y cuello, algunos cánceres de seno (después de una lumpectomía o si los ganglios linfáticos son positivos, algunos cánceres de próstata si los márgenes son positivos y después de la quimioterapia en ciertas situaciones de linfoma.
La decisión debe basarse en estudios que muestren beneficio clínico.