Los tejidos blandos se conservan en los fósiles de tres maneras, aunque los tres son raros. Primero, la superficie exterior del organismo puede dejar una impresión.
En segundo lugar, el interior del organismo puede fosilizarse, como en esta sección transversal de una medusa cambriana.
Y, por último, hay situaciones en las que el tejido blando original se ha conservado dentro de un fósil. Por ejemplo, estos lagartos en ámbar.
En cuanto a los tejidos blandos reales de los dinosaurios, esto ha sido controvertido. En la década de 1990, algunos científicos pensaron que encontraron algo así como la sangre o la médula ósea en un hueso T-Rex. Más tarde descubrieron que era solo una biopelícula de microbios aleatorios que se infiltraron. Luego, más científicos encontraron cosas que parecían tejidos blandos de dino, pero otros científicos lo disputaron. Entonces ha ido y venido.
Para abreviar, parece que han encontrado algunas de las moléculas más resistentes, como el colágeno y el hemo, pero no el ADN.
Dinosaur Shocker (Smithsonian 2016)