¿Qué debe hacer uno si sufre de pielonefritis?

La pielonefritis es la inflamación de los riñones y el tracto urinario superior. Puede ser sencillo por sí mismo. Sin embargo, cuando se asocia con una afección subyacente como diabetes, anomalías estructurales o funcionales del tracto urinario o los catéteres urinarios, se convierte en una pielonefritis complicada.

Por lo general, los síntomas son: sensación de ardor al orinar, aumento de la frecuencia de la micción, dolor de flanco, fiebre y vómitos.

Es una afección clínica muy grave, ya que puede provocar la cicatrización de los riñones y requiere hospitalización con las investigaciones, el tratamiento y la monitorización adecuados.

Cualquiera que sufra de pielonefritis debe ser investigado por la presencia de anomalías estructurales subyacentes del tracto urinario.

La pielonefritis es una inflamación debida a la infección de la pelvis renal y los cálices: la orina recolecta partes antes de que se vacíe en la vejiga a través de los uréteres.

Después del advenimiento de poderosos antibióticos, la condición se ha vuelto poco común, pero no rara, incluso ahora.

Esta condición debe respetarse con preocupación por su gravedad potencial. Tenga en cuenta que la nefrona, la unidad funcional del riñón es tan delicada como las células cerebrales corticales y, como sabio, no reemplazable. Algunos de los medicamentos más efectivos son nefrotóxicos y pueden llevar al cierre renal que requiere diálisis para superar la crisis.

Uno debe enfocarse en la causa de la condición antes de que se inicie el tratamiento, muchas veces puede ser una obstrucción al flujo de orina debido a una pequeña piedra renal que, por sí sola, no es dolorosa, siempre que esté limitada al riñón. O se pueden encontrar las pequeñas anomalías estructurales congénitas menores en el sistema colector de orina que conducen a la estasis de la orina que predispone a la infección.

Una vez que esto se haya determinado, el tratamiento debe iniciarse inmediatamente con antibióticos apropiados en dosis adecuadas para la erradicación completa de la infección. Si hay cálculos presentes, se pueden extirpar con cirugía o con un tratamiento de ultrasonido no invasivo. Si hay anomalías congénitas, deben corregirse quirúrgicamente o incluso una nefrectomía parcial si es necesario.