El embarazo es el momento en que hay un completo matiz de desafíos hormonales, tanto mental como físicamente. El aumento dramático en los niveles de estrógeno y progesterona causa una serie de síntomas que incluyen náuseas, vómitos, acné, cambios en la piel, aumento de senos, cambios en el olor corporal, ardor de estómago, hemorragias nasales, congestión nasal, hemorroides, ¡la lista continúa y es larga!
El “cuarto trimestre” también conocido como el período posparto puede ser abrumador física y emocionalmente. Como resultado de los estragos hormonales, el 80% de las mujeres tienen el “baby blues”. Por lo general, de 2 a 3 días después del parto, las nuevas mamás pueden comenzar a sentirse deprimidas, ansiosas, molestas y frustradas. Puede comenzar como un llanto sin razón, sin poder dormir, comer o pensar con claridad, todo lo cual lleva a pensar que no hay forma de cuidar su nuevo paquete de alegría. Las tristezas del embarazo son temporales y se resuelven semanas después del parto.
Las mujeres deben esperar sentirse física y emocionalmente más sensibles y vulnerables inmediatamente después de tener un bebé. La anticipación, preparación y aceptación es la clave para navegar durante las primeras dos semanas después del parto.