No soy médico y no apostaría mis habilidades de diagnóstico a nada que importara los problemas informáticos del pasado. Dicho esto, obtuve una condición muy rara y la hice verificar por dos hospitales universitarios.
El terapeuta sugirió un programa de comportamiento residencial porque el comportamiento de nuestro hijo se había vuelto más errático y desafiante con el tiempo. El tema central se había convertido en despertar para la escuela. Incluso llegó al extremo de llevar una almohada y un edredón al baño y dormir contra la puerta para evitar ir a la escuela.
Intercalado con el extraño comportamiento que iba desde la ira a los episodios regresivos, donde actuó años más joven que su adolescencia, era apropiado para su edad, educado y servicial.
Sugerí que el aspecto del sueño me molestó. Todos mis cursos de psicología universitaria me calificaron para nada, pero aprendí que dormir hace cosas extrañas al comportamiento.
Una noche comencé a buscar en Google los trastornos del sueño y encontré el trastorno más extraño que había visto en mi vida. Conectó el sueño de mi hijo con otra media docena de comportamientos que nunca habíamos conectado, incluso al poner el termostato en frío en invierno, comer elementos extraños y la apatía patológica. El diagnóstico fue el síndrome de Kleine Levin.
La primera institución que verificó el diagnóstico con confianza (después de una TC, una resonancia magnética, un EEG, un estudio del sueño y un trabajo de laboratorio de rutina) no ofreció ningún consejo para controlar la afección. Cuando me preguntaron, el médico tratante me ofreció que mi hijo (de apenas 14 años) probablemente no debería conducir.
Una visita posterior con un especialista en hipersomnia fue más productiva pero arrojó la observación de que nada más se parece al Síndrome de Kleine Levin. Nuestro neurólogo local y otros proveedores de servicios de salud se sorprendieron. Un defensor de los derechos de los discapacitados preguntó “¿cómo demonios obtuviste ese diagnóstico?”
Hay hasta 600 casos conocidos en todo el mundo según un artículo de revisión de 2017 mientras escribo esto. La condición se conoce desde hace casi un siglo. No se conoce tratamiento o cura efectiva. Los expertos estiman que la condición ocurre en uno de cada millón de personas. Supongo que acabo de tener suerte (o muy mala suerte).