Aumentar el azúcar en la sangre ayuda a prevenir el shock.
La rehidratación ayuda a aumentar el volumen sanguíneo y la presión arterial, evitando la pérdida de la conciencia (es decir, desmayos) y el shock.
Ambos previenen caídas y lesiones, protegen al donante de sangre y, por cierto, evitan reclamos de responsabilidad.