La Ley de Portabilidad y Responsabilidad del Seguro Médico de 1996 (HIPAA) fue una legislación innovadora aplicada por la Oficina de Derechos Civiles. El objetivo principal de la ley es facilitar a las personas mantener un seguro médico, proteger la confidencialidad y seguridad de la información médica y ayudar a la industria de la salud a controlar los costos administrativos. Estos principios tienen profundas implicaciones para las farmacias que no implementan procesos para garantizar el cumplimiento.
Los farmacéuticos están protegidos por la Ley de divulgaciones incidentales, tales como ser escuchados durante una consulta en la tienda, o por instrucciones de atención médica que son vistas por otro paciente. Pero, al igual que con la práctica recomendada “mínima necesaria”, es necesario contar con una política para lo que es y no es aceptable y cuál es la línea de base para la seguridad de la información. Anunciar el nombre de un paciente para retirar la receta médica está bien, siempre que no haya información específica de salud adjunta al anuncio.
En la farmacia, es importante contar con un protocolo de capacitación bien documentado para que los empleados entiendan HIPAA y PHI, y qué políticas existen para evitar una violación de la información. Al mismo tiempo, también debe haber capacitación sobre lo que es aceptable para los empleados de farmacia para que puedan cumplir con sus responsabilidades laborales y brindar atención ininterrumpida a los pacientes.