Ninguna muerte por cáncer es agradable. Cuando un cuerpo extraño de células comienza a crecer en los lugares equivocados y no se detiene, nunca es agradable.
La mayoría de las personas que mueren de cáncer reciben ayuda con morfina y otros analgésicos. Mi papá murió de cáncer colorrectal a los 60 años y medio y me dijo que realmente no era tan malo, que el dolor estaba bien controlado. Lo último que me dijo fue: “Estoy listo para irme”.