No podemos “cambiar quirúrgicamente especies”.
Eso requeriría algo más que cirugía, y las alteraciones deberían impregnar todos los niveles ordinales de estructura y operación fisiológica y bioquímica de formas que ni siquiera podemos identificar o replicar en la actualidad. La terapia génica no cambia nuestra especie, y tampoco puede poner nuestro cerebro en el cuerpo de otra especie. Ambos presentarían problemas masivos para la funcionalidad también, pero el punto más importante es que aún no alterarían nuestra especie física.
La disforia de especies, en tanto que es una cosa, se manejaría mejor a través de alteraciones de la percepción que las alteraciones de la fisicalidad (ostensiblemente cruda). Por ejemplo, entornos y experiencias de realidad virtual, modificaciones psicosociales y comunidades que se identifican a sí mismas, y prácticas de expansión mental como la meditación y los ejercicios abstractos (incluida la ausencia de ego, los estados alterados y el arte).
Es un error percibir como una especie singular y limitada en primer lugar, por lo que parte de la incomodidad de sentirse en desacuerdo con una situación física es ver más allá de las implicaciones superficiales de las experiencias estéticas que enculturamos como “humanos”.