El problema con la radioterapia es que es un asado lento. El objetivo es matar las células cancerosas más rápido que las células normales y curar las células normales. Esto funciona funcionalmente con el suministro de sangre como lo haría una quemadura en el tejido y destruye las células productoras de moco que mojan y lubrican el sistema. Al final, tiene mucha sequedad y corre un mayor riesgo de sangrado. Si se irradia la faringe inferior, entonces tiene la boca seca y problemas para tragar.
Una historia; Hace 25 años fui llamado a urgencias por un interno que tenía un hombre joven con hemorragias nasales. El interno me dijo que no tenía problemas médicos. Cuando llegué y le pregunté al joven si alguna vez había estado en el hospital, me dijo “sí, St. Jude”, un centro de cáncer pediátrico de clase mundial. Contacté con el hospital y, de hecho, me dijeron que tenía un cáncer de nasofaringe y se curó por lo que sabían. Lo llevé al quirófano y biopsiqué el área y, de hecho, se curó y meramente irritó el tejido irradiado.
Nada más que hacer gracias a Dios, porque realmente no había nada más que ofrecer en ese entonces.
