¿Por qué Hillary Clinton y Tim Kaine no hablan mucho más sobre los fondos para luchar contra las enfermedades cardíacas y el cáncer, que matan a 1,2 millones de estadounidenses al año?

La respuesta simple es que siempre es más fácil proclamar los objetivos de la maternidad más grandiosa y la tarta de manzana, como “hacer que la nación sea grandiosa nuevamente”, “no dejar a ningún niño atrás”, “lograr lo que nuestros antepasados ​​se propusieron hacer”.

Los gilipolles como los anteriores son imposibles de ganar, como nombrar a un número de gatos negros en una habitación oscura.

HRC y Kaine son ambos políticos de la vida, no esperan nada más.