El término se originó en la mitología griega con “Narciso”, un tipo que se enamoró de su propia imagen reflejada en un charco de agua.
Si bien es cierto que amarse a sí mismo es algo positivo que hacer, ya que hace que una persona confíe y le ayuda a establecer sus creencias en las propias capacidades, pero, un exceso de todo siempre es malo. Las personas narcisistas son aquellas que son altamente egocéntricas. Tienden a sentir que son el centro del universo. Están llenos de falso orgullo. Los atributos comunes son: – no le dan mucha importancia a los puntos de vista de los demás, siempre critican a los demás, nunca aceptan sus fallas, sus acciones siempre se centran en beneficiarse a sí mismas, buscan atención constante, siempre hablan de lo bueno y lo bueno lo son, no empatizan con los demás. En realidad, es un trastorno de la personalidad, en el que una persona está demasiado absorta en sí misma y no puede ver el daño destructivo que está causando a sí mismo y a los demás en el proceso.
Debido a su autoobsesión, actitud crítica y egocéntrica, a otros les gusta distanciarse de las personas narcisistas. Mi papá es uno de esos tipos y te cuento una experiencia de primera mano 🙂