Ninguno.
Se trata de comprender la naturaleza y los significados del matrimonio. El matrimonio de unidad física y espiritual es una expresión de la naturaleza creativa de Dios y del amor entre Cristo y la Iglesia, y esto se aplica a la expresión sexual del matrimonio (“convertirse en una sola carne”).
Entonces, para ser una expresión de amor completamente humana, y tan verdaderamente a la imagen de Dios, el sexo tiene que ser unitivo (una expresión física de amor libre y amoroso) y procreativo, abierto al poder creador de Dios. Cualquier cosa menos que eso simplemente no es para lo que estamos hechos como seres humanos.
No se trata de controlar la sexualidad, más que decir que está mal agarrar la propiedad de otras personas, se trata de controlar el uso de sus manos.
La forma en que trabajan nuestros cuerpos significa que el sexo puede ser procreativo sin traer vida nueva a la existencia; así es como funcionan los métodos naturales de planificación familiar, que son aceptados por la enseñanza católica. Y la Iglesia Católica específicamente enseña que las parejas deben decidir sobre el tamaño de su familia, y al hacerlo:
“… la pareja casada considerará atentamente tanto su propio bienestar como el de sus hijos, los que ya nacieron y los que pueden preverse. Para este recuento, tendrán en cuenta las condiciones materiales y espirituales de la época, así como de su estado en la vida. Finalmente, consultarán los intereses del grupo familiar, de la sociedad temporal y de la Iglesia misma “(Gaudium et Spes, uno de los documentos del Vaticano II).