No hubo un tratamiento efectivo para el SIDA en 1987. Los antivirales recién se estaban probando y fueron casi completamente ineficaces.
Lo único que los médicos podían hacer era tratar las infecciones oportunistas que surgían, con la esperanza de prolongar la vida del paciente por un tiempo. El resultado final fue predecible, sin embargo, dado el colapso casi inevitable del propio sistema inmune del paciente.
Un número muy pequeño de personas que vivían con el VIH sobrevivió a los años ochenta y noventa con grandes dificultades. Sin embargo, no creo que lo hayan hecho debido a la calidad de su atención médica. Algunas personas son naturalmente menos susceptibles al virus.
Alguien que murió de SIDA en 1987 habría tenido una década entera para resistir antes de que el tratamiento efectivo se hiciera realidad. Es muy poco probable que haya algo que incluso el equipo de médicos más competente haya podido hacer para que eso ocurra.
