Además de la esterilidad y la pérdida de deseo sexual, habría varias otras consecuencias de la pérdida de testosterona, incluida la fragilidad ósea, la debilidad muscular, la anemia, la feminización del cuerpo masculino, la fatiga (falta de energía), la irritabilidad y otros desequilibrios emocionales.
Estos efectos podrían atenuarse mediante una terapia de reemplazo de testosterona cuidadosamente regulada, por ejemplo, en un hombre al que se le extirparon los testículos (orquiectomía) debido a cáncer testicular y que no deseaba sufrir estos otros efectos secundarios. Pero entonces enfrenta la molestia y el gasto de la supervisión médica de por vida (sería peligroso intentar la terapia de testosterona por su cuenta), y la terapia de reemplazo hormonal traería los mismos problemas, excepto la fertilidad, que podrían haber sido la motivación para deseando que uno pueda ser castrado (como desear librarse de un deseo sexual que distrae).
