En entornos de recursos limitados, el costo es un factor, pero muchas vacunas son bastante baratas como productos básicos. El mayor costo a menudo tiene que ver con la infraestructura y la entrega de vacunas. En algunos países, la mayoría de los niños no nacen en hospitales o centros de salud (p. Ej., Según el Banco Mundial, en 2010 solo se atendió al 27% de los nacimientos en Bangladesh, partos atendidos por personal de salud capacitado (% del total)). Muchas personas en estos lugares no buscan atención médica preventiva, incluidas las vacunas. Por lo tanto, existen importantes iniciativas de salud pública para llevar a cabo campañas de vacunación o inmunización masiva en las cuales los proveedores de atención médica visitan un área para proporcionar vacunas a todos los niños de forma proactiva. Si bien muchos de estos son bastante exitosos (por ejemplo, la campaña de UNICEF contra el sarampión en Somalia en 2011, las tasas de infección por sarampión están en declive luego de una exitosa campaña de vacunación en Somalia), no pueden llegar a todos de manera consistente.
A menudo, las cosas más simples -como el transporte, el personal capacitado o la forma de mantener las vacunas a la temperatura correcta para que sigan siendo efectivas- pueden ser las principales barreras. Sin embargo, las sensibilidades culturales y la desconfianza hacia el gobierno o las instituciones de las ONG también pueden jugar un papel. Entre algunos, existe la creencia de que las vacunas son parte de un “complot occidental” para esterilizar o infectar comunidades no occidentales (Perspectivas Culturales sobre la Vacunación).
Las mayores barreras probablemente sean específicas del tipo de vacuna, ubicación geográfica y posición social de las personas involucradas. Pero, todas estas cosas importan.