Hablando como la madre de un niño de 8 años con síndrome de Down …
Lo primero que me viene a la mente es un pobre control de los impulsos, o tal vez debería decir menos inhibiciones sociales. No creo que mi hija con síndrome de Down sea realmente más feliz que mi hijo “típico”. Pero cuando está feliz, ¡no lo atenúa! ¡Puede hacer que las reuniones familiares sean realmente divertidas!
Por otro lado, cuando ella no está feliz, todos lo saben también.
Y las percepciones de las personas también tienen que ver con las personas que perciben. Me parece que la gente está más dispuesta a bajar la guardia con mi hija. Lo que quiero decir es que si mi hija está realmente feliz y riendo, la gente responde a ella de una manera feliz y risueña. Y ella a su vez se alimenta de eso, un ciclo de refuerzo.
