El sarampión en un niño sano, sin ninguna complicación, no necesita ningún tratamiento excepto el control de los síntomas (paracetamol para la fiebre, remedio casero para la tos, etc.) Como es una enfermedad viral, los antibióticos no ayudan. Mantener al bebé hidratado y alimentado adecuadamente ayuda.
El sarampión es más riesgoso cuando el niño tiene desnutrición subyacente o cualquier otra enfermedad crónica subyacente. La inmunodefociencia también lo hace peligroso. En tal situación, las posibilidades de desarrollar complicaciones son altas y en el peor de los casos puede llevar a la muerte. Tales casos necesitan hospitalización, antibióticos de apoyo, líquidos, etc.
La inmunidad baja, se reduce el apetito y la tos, la diarrea e incluso el daño corneal pueden seguir al sarampión, por lo tanto, tenga cuidado por algún tiempo, incluso después de que haya terminado.