Si uno cree o no en el más allá, me pregunto qué diferencia habría si el cadáver se entierra, se quema o se va para la fiesta de los buitres. Soy testigo de algunos eventos en los que se trajeron cadáveres de medio mundo para enterrarlos en un lugar al que sentían apego mientras vivían. Extrañamente, un hombre expresó, mientras estaba vivo, su deseo de no enterrarlo en el cementerio tradicionalmente destinado a la secta de la que él era miembro. ¡Obviamente, en su opinión, Dios juzgaría a los terrícolas en función de dónde está enterrado!
Por el contrario, recuerdo un evento de una persona que había ido a un lugar diferente a su ciudad natal para asistir a un festival de religiones y murió allí debido a una falla cardíaca. Sus familiares se acercaron al jefe de la comunidad si pueden llevarse el cadáver a su pueblo natal para su entierro; la respuesta fue: “La Tierra es una unidad; ¿Por qué alejar el cadáver del lugar donde murió? Un consejo sensato.
Es más importante tratar de ayudar a los necesitados en la sociedad en lugar de preocuparse por lo que sucede después de que el cuerpo se queda sin vida.
Durante los últimos cuarenta años más o menos he estado obsesionado con la donación de mis órganos para el trasplante; riñón, por ejemplo, mientras estoy vivo y / o todos mis órganos de cadáveres. Por diversas razones, todavía estoy intacto con todos los órganos con los que nací; y estoy vivo a esa edad cuando mis órganos no sirven para el trasplante. Incluso traté de hacer un testamento para donar mi cadáver a cualquier institución médica para que los estudiantes de medicina aprendan la anatomía humana mediante el examen de un cuerpo sin vida. Parece que no es tan simple como pensé; al menos esa es la posición a partir de este escrito
