Primero, los humanos no son criaturas totalmente hormonales. Nuestros poderes cognitivos nos permiten contrarrestar los impulsos creados por nuestras hormonas. La testosterona activa lo que se conoce como “cerebro de reptil” (la amígdala). Sin embargo, otras hormonas en el cuerpo trabajan para contrarrestar los efectos potencialmente agresivos de la testosterona. Además, otros productos bioquímicos regulan cosas como la impulsividad que puede evitar que actuemos sobre impulsos agresivos.
Probablemente haya más de lo que desee saber sobre la bioquímica de la testosterona y la ira.