Esto puede no ser de mucha ayuda, sin embargo, es una buena historia …
Cuando era un muchacho joven de unos 9 años de edad, llegué a casa del colegio una tarde, y poco después le mencioné a mi querida madre que podía oler distintamente heces de gato. Ella respondió que no podía. Fui a mi Padre, la misma respuesta que mi Madre. A pesar de todo, comencé a buscar en la casa de arriba abajo tratando de determinar de dónde provenía el olor. Era bastante fuerte, y claramente sabía lo que estaba oliendo. Repetidamente, y sin éxito intento de solicitar alguna forma de confirmación por parte de mis padres de que no estaba equivocado. Transcurrió un cuarto de hora y, sin dejar de buscarlo, mi hermano menor llegó a la escena. Le pregunté. La misma respuesta, “No”, dijo con confianza. Sin embargo, me miraba atentamente mientras recogía al gato para jugar con él (como lo haríamos los dos cuando llegáramos a casa de la escuela).
¿Qué es eso en tu nariz? preguntó.