¡Absolutamente! Creo que la mayoría de mis colegas también lo están. Todos hemos visto el lado positivo que los órganos trasplantados pueden llevar a una situación que de otro modo sería trágica.
Si no necesito más mis órganos, espero que continúen sin mí, mejorando drásticamente las vidas de los demás. Me gusta pensar que les daría algo a mis amigos y familiares para celebrar.
Desperdiciar órganos al no donarlos no solo perjudica a los pacientes que los necesitan desesperadamente, sino que también priva al difunto de su última oportunidad de crear un legado perdurable y maravilloso (y al mismo tiempo brindar cierto consuelo a sus seres queridos).
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También: hacer eco de la excelente respuesta de Roxanne; ¡alguien que consigue otro salvado (o varios) más allá de la tumba es la definición misma de un doctor rockstar!