Diría que la principal sensación asociada con los ojos secos es la incomodidad en lugar del dolor, aunque las líneas entre ambos pueden difuminarse según el grado de sequedad.
El problema con la sequedad es que la cantidad de lágrimas producidas por las glándulas lagrimales es insuficiente, por lo que no se puede lubricar con éxito la superficie del globo ocular. En una función normal de este proceso, se crea una capa continua llamada película lagrimal. No es simplemente líquido, sino una mezcla compleja a base de agua de enzimas protectoras, mucinas, lípidos y nutrientes. La córnea es avascular (los vasos sanguíneos no la alcanzan) por lo que algunas de sus capas de células dependen de la película lagrimal para obtener los nutrientes necesarios para la supervivencia.
La sensación de “arena fina” dentro del ojo, picazón con cada parpadeo, es reportada frecuentemente por pacientes con ojos secos. Lo que me parece curioso es que esta incomodidad se debe a la muerte de esas células de la córnea por falta de nutrición. Podemos forzar esta situación de manera no patológica cuando nos enfocamos en un objeto cercano por largos períodos de tiempo (pantallas de computadora, por ejemplo). Esto se debe a que cuando nuestros ojos se fijan en distancias cortas, tendemos a reducir la frecuencia de la acción de parpadear, lo que provoca que la película se evapore antes de reponerla.