Sí.
Admitir a un paciente que es un historiador pobre con afecciones crónicas puede ser un desafío.
Escuchar “Tomo una pastilla azul, blanca y algunas veces roja” me da ganas de arrancarme el pelo.
Incluso los pacientes sanos que vienen a dar a luz son igual de malos. Intente preguntarle a una persona qué dosis tiene su plancha.
Mi programa de computadora actual no tiene una opción “No sé” para medicamentos y dosis.
Por lo general, trato de encontrar un lugar para documentar una narración o dejarla sin terminar y ponerme en contacto telefónico con la familia para que me traigan todas las botellas con receta.