Declarar la muerte es un aspecto muy serio de la práctica médica. Legalmente, la muerte cerebral se considera muerte. La muerte cerebral implica que las estructuras clave del cerebro de una persona (tronco encefálico) ya no son funcionales y que carece de conciencia o conciencia. La muerte cerebral brinda a los cirujanos la oportunidad de recolectar órganos para la donación, lo que puede salvar vidas. La Academia Estadounidense de Neurología (AAN) publicó un Parámetro de práctica para determinar la muerte cerebral en adultos en 1995 que se actualizó en 2010. Las 3 características principales que caracterizan la muerte cerebral son coma, ausencia de reflejos del tallo cerebral y apnea (interrupción de la actividad respiratoria).
Sin embargo, la muerte cardiopulmonar en la que el corazón deja de latir y la respiración cesa también causa la muerte y esto es una base para declarar muertes por muchos médicos en la práctica clínica. Invariablemente, incluso la interrupción cardiorrespiratoria si es permanente se traducirá en muerte cerebral. Ahora la cuestión clave es cómo definir el cese “permanente” de la actividad cardíaca o por cuánto tiempo se debe continuar la reanimación cardíaca. La ambigüedad en esta área ha llevado a la muerte cerebral tiene un criterio legalmente aceptado para la muerte.
El concepto actual de muerte cerebral se basa en el principio de que la conciencia es clave para la vida significativa y que la conciencia nunca regresa en un paciente que cumple los criterios de muerte cerebral. Sin embargo, ¡la definición exacta de conciencia aún es discutible!
¡Así que ya ves, la confusión no solo existe durante la vida, sino incluso cuando estás ‘muerto’!