Casi todo sobre la vida que nos rodea es perfecto o casi perfecto. El proceso natural de la evolución es un mecanismo de supervivencia para evitar las amenazas en forma de enfermedad. La inmunidad que tenemos hoy fue diferente a la que teníamos, digamos hace 10.000 años. A medida que los patógenos (organismo que causa la enfermedad) evolucionan en su propio proceso evolutivo para su propia supervivencia como especie, también lo hace el sistema inmune humano. La hiper inmunidad no protegerá porque los patógenos desarrollarán resistencia de forma similar. Si nos convertimos en seres súper humanos, los insectos se convertirán en súper insectos también. Ya hay una plétora de enfermedades en las que el sistema inmunitario está a toda marcha, tanto que ataca al cuerpo mismo. Lupus eritematoso sistémico, enfermedad de Graves, diabetes tipo 1, esclerodermia, anemia hemolítica, y la lista es muy larga.
En palabras del famoso patólogo canadiense William Boyd, la vida no es más que un puente sobre el río de la muerte. Al cruzar ese puente para llegar al otro lado de la eternidad, enfrentamos una enfermedad en cada envergadura. Hace años, en etapas más tempranas de ese puente, lo que nos esperaba eran enfermedades como el cólera, la peste, la viruela, etc. La mayoría de nosotros sucumbimos a ellos y algunos llegaron al siguiente lapso para morir con cáncer. Una vez que coincidimos con el cólera, la tuberculosis y la peste, ahora vivimos para morir de cáncer. El cáncer no aumenta porque sobrevivimos a los obstáculos anteriores para morir con cáncer ahora. Una vez que aceptamos el cáncer, nos esperan enfermedades como la enfermedad de Lou Gehrig, la granalomatosis de Wagner y la enfermedad de Creyfeldt-Jakob y muchas más.
Nunca podremos cruzar ese puente sin importar lo que haremos. Ciertamente no es la duplicación del sistema inmune, AUN si se encuentra la fórmula.