Respuestas interesantes que reflejan una variedad de situaciones. En el pasado, los cirujanos fingían ser inmunes al hambre, la fatiga, la enfermedad y otras formas de fragilidad humana. Muchos cirujanos fueron entrenados para creer esto y actuar en consecuencia, pero es, por supuesto, una tontería.
La situación es clara. Aunque su dedicación es noble, está fuera de lugar. Los cirujanos son más propensos a cometer errores cuando están cansados o con hambre. Los buenos lo reconocen y toman descansos; los obstinados persisten.
Es una cuestión de buen comportamiento profesional decir “estoy enfermo hoy y, por lo tanto, no voy a operar”. Reconocer cuándo uno no está capacitado para trabajar y quedarse en casa es un signo de fortaleza, no un signo de debilidad.
Pretender que uno simplemente puede ignorar la enfermedad y compensar sus efectos por la fuerza de la voluntad es ingenuo y arrogante.
(Por supuesto, las cosas pueden ser diferentes en situaciones de emergencia u otras presiones).