Antes de que un médico pueda comenzar a tratar el dolor de espalda, es posible que él o ella haga pruebas para diagnosticar qué está causando su problema. A menos que esté totalmente inmovilizado por una lesión en la espalda, su médico probablemente evaluará su rango de movimiento y función nerviosa y presionará sobre su espalda para localizar el área de malestar.
Se pueden realizar análisis de sangre y orina para asegurarse de que el dolor no sea causado por una infección u otro problema sistémico. Los rayos X son útiles para localizar huesos rotos u otros defectos esqueléticos. Para analizar el daño de los tejidos blandos, como la hernia de disco, es posible que se necesiten exploraciones por resonancia magnética (IRM). En cambio, se puede realizar una tomografía computarizada para aquellos que no pueden hacerse una resonancia magnética. Los rayos X y los estudios por imágenes generalmente no están indicados para el dolor de espalda por primera vez causado por una lesión por sobreuso y generalmente solo se usan para detectar dolor continuo, traumatismo directo en la espalda, dolor de espalda con fiebre o problemas nerviosos como debilidad o entumecimiento en los brazos o las piernas. Para determinar el posible daño nervioso o muscular, un electromiograma (EMG) puede ser útil.