Las cicatrices se forman cuando la piel está dañada de manera que el proceso de curación normal no podrá arreglarse rápidamente, como cuando un corte es relativamente profundo.
Por lo general, cuando se fija una herida pequeña, el colágeno (la proteína utilizada para reparar la piel) tiene forma de cesta. La respuesta del cuerpo a un daño más grave es adoptar un enfoque más contundente para cerrarlo, lo que se hace alineando el colágeno para que pueda unir ambos lados de la piel.
Esta nueva alineación crea una textura diferente para la piel y la capa subyacente, que resulta ser más rígida y no permite que se produzcan algunos procesos de piel normales.