Aquí hay una historia que ilustra el peligro:
Un colega mío viajaba por trabajo y tomó unas copas en el bar del hotel. Al final de la noche tomó un Ambien en su camino de regreso a su habitación (o quizás antes, no recuerda). Cuando llegó a su puerta se dio cuenta de que se había quedado encerrado. Pero como estaba en la planta baja, parecía tonto conseguir una nueva llave cuando podía pasar por la ventana desde afuera. ¡Intentó esto pero por supuesto la ventana estaba cerrada! Así que volvió a entrar, sacó un extintor de incendios de la pared, lo llevó fuera (son bastante pesados) y lo arrojó por la ventana. Después de trepar a través de los cristales rotos, se dio cuenta de que había alguien más en su habitación; de hecho, había contado mal las ventanas y había entrado en la habitación equivocada. Fue arrestado y casi perdió su trabajo poco después. La moraleja para mí nunca fue mezclar alcohol y Ambien.