La autonomía del paciente es un principio ético muy arraigado dentro de los Estados Unidos, y se ha convertido en la base de todas las interacciones con los pacientes. La falta de divulgación de información a un paciente ocasionalmente es solicitada por las familias, en la mayoría de los casos como un intento de su parte para proteger al paciente de lo que ellos sienten que puede ser una noticia perjudicial (por ejemplo, cáncer). En estos casos, si el paciente tiene plena capacidad de toma de decisiones, usted es éticamente responsable de informarle al paciente sobre su condición. Dicho esto, la forma en que debatir las noticias debe adaptarse al paciente. Comprender el verdadero interés del paciente en recibir información, así como comprender el punto de vista de la familia y su origen cultural es clave en situaciones como esta.
Hay escenarios en los que puede ser legítimamente apropiado no revelar todos los detalles de una enfermedad a un paciente.
- El paciente, en presencia de testigos creíbles, declara que no desea que se proporcionen todos los detalles de una enfermedad.
- Evidencia de que la divulgación de una enfermedad daría lugar a un comportamiento suicida.
En última instancia, es el paciente y no el médico o la familia el que posee el derecho de decidir cómo desea ejercer la autonomía con respecto a su propia enfermedad.