Considere su corazón como una casa: tiene habitaciones (cámaras), un sistema eléctrico (vías eléctricas) y un sistema de plomería (venas, arterias y capilares).
Un ECG mide la actividad eléctrica del corazón. Si bien hay algunas cosas que se pueden observar en un ECG, como dilatación del músculo cardíaco y retrasos en la conducción eléctrica, no se dice nada sobre el flujo sanguíneo a través del corazón. Un ECG puede indicar cómo se realizan los impulsos eléctricos en el corazón si ha habido daño al músculo o si hay un flujo sanguíneo reducido en un área específica del corazón, pero no puede trazar el mapa de la tubería. Si enciende un interruptor de luz en su hogar y se enciende la luz, sabe que esos cables funcionan bien, pero no le indica si el inodoro está obstruido.
Un ecocardiograma verifica el movimiento normal o anormal de las paredes del corazón y el flujo sanguíneo a través de las principales cámaras y válvulas del corazón, pero no informa mucho sobre la función eléctrica o el flujo sanguíneo a través de las arterias coronarias. Le dice el tamaño y la forma del corazón, y cuál es su gasto cardíaco (la cantidad de sangre bombeada por su corazón y qué tan eficientemente su corazón bombea sangre).
Un cateterismo cardíaco se utiliza para planificar el flujo sanguíneo a través de las diversas arterias coronarias y otros vasos sanguíneos en el corazón. Se usa para diagnosticar no solo si hay un estrechamiento o una obstrucción, sino dónde está exactamente y en qué medida. Puede tener un ECG perfectamente normal y correr un riesgo significativo de tener un ataque cardíaco. Para el caso, puede tener un ataque cardíaco grave y aún tener un ECG perfectamente normal. La razón para combinar un ECG, un ecocardiograma y un cateterismo cardíaco es que cada uno de ellos verifique las diferentes funciones del corazón y obtendrá una imagen más completa de la condición real de su corazón.