No es un juego, y las enfermeras no son policías o detectives. Si alguien se queja de dolor, tomamos la queja al pie de la letra. Debido a que no existe una forma objetiva de medir el dolor, le pedimos al paciente que califique su dolor en una escala del 1 al 10, 1 es menor y 10 es el peor dolor que haya sentido. Informamos los signos, síntomas y quejas del paciente al médico, quien decide qué dosis y qué tipo de analgésico administrar. En privado, podemos pensar que un dedo roto no garantiza una calificación de 9.5, pero lo que sea.
Hay algunas enfermeras que piensan, por razones religiosas, que los pacientes deberían sufrir. La madre Teresa se negó a administrar medicamentos para el dolor. Afortunadamente, las enfermeras como ella son raras.