Sí. Aprendí muchas cosas de mis pacientes. Ellos me enseñan todos los días. Las habilidades, las maniobras, el trabajo manual, la capacidad de resolver un misterio médico y ser capaz de curar anomalías de muchas formas diferentes, convencionales o no expresadas.
Pero el que mencionaría aquí que me han enseñado muchos es agradecerme por mi vida. Agradecer mi salud Para estar contento de que siempre estoy de este lado de la silla donde uno se para y opera y cura y no de su lado.
Para poder sonreír incluso estando de ese lado donde están. Me enseñaron a sentirme vivo y a estar orgulloso de mí mismo cuando los hice sentir de la misma manera.
Me han llamado Dios, una hija, un sanador y poder darle todo eso a alguien que no está relacionado con usted de ninguna manera a cambio de un toque curativo. Todo lo que soy, como médico, es la causa de mis pacientes. Tienen y todavía sacan lo mejor de mí y me animan cuando eso sucede.
Me enseñaron la vida y la forma de dirigirla.