El consumo de opiáceos puede prescribirse legalmente u obtenerse ilegalmente. Ambas áreas han aumentado masivamente en los Estados Unidos durante los últimos 20 años o más llevando a altos niveles de adicción (2002 – 1.7 millones de adictos, 2016 – 18 millones de adictos).
Personalmente, creo que la creciente evidencia del control gubernamental estadounidense de la producción de opio en Afganistán bien puede estar relacionado con esto.
El personal médico estadounidense es bombardeado con aliento y amenazas con respecto a la prescripción de opiáceos y la FDA está agravando el problema al otorgar licencias para medicamentos que no han sido probados exhaustivamente y algunos donde los estudios ya muestran que el producto tiene problemas de salud o peligrosamente adictivos.
Básicamente, la fraternidad farmacéutica y médica estadounidense es en general más corrupta y tiene menos interés en la salud de la población que en su beneficio financiero personal.
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