¿Cómo protegemos nuestros propios pulmones?

Esta es una buena pregunta porque en lo profundo de nuestros pulmones se encuentran los sacos, órganos conocidos como alvéolos, el grosor de sus tejidos es de solo una célula de grosor con una membrana basal, por lo que su protección es vital para la vida. Nuestras vías respiratorias superiores están muy vascularizadas, cálidas y húmedas, con membrana mucosa, polvo de trampas y otras partículas extrañas que calientan y humidifican el aire entrante antes de que entre en los pulmones. En lo profundo de nuestra nariz se encuentran las conchas nasales centrales e inferiores superiores, este tejido está muy vascularizado, con pasajes muy estrechos que son tortuosos, esto hace que el aire entrante, se mueva de manera turbulenta y desacelere el movimiento del aire para permitir el atrapamiento de partículas de polvo y calentamiento y humidificación. Más profundo dentro de los pulmones, la membrana mucosa tiene estructuras similares a cilios, conocidas como cilios, que actúan para atraer la mucosidad y las partículas de polvo atrapado hacia la garganta para que se traguen y entren en el estómago. El efecto neto es el aire que finalmente ingresa a la parte útil del pulmón, el parénquima es cálido, húmedo y libre de polvo.