El carcinoma hepatocelular (CHC) suele ser un tumor agresivo que surge en el contexto de la enfermedad hepática crónica subyacente en la mayoría de los casos. Inicialmente, la terapia preferida es una resección quirúrgica. La mayoría de los pacientes no son elegibles para esto debido a la extensión del tumor o la disfunción hepática subyacente. El trasplante de hígado es la única opción potencialmente curativa para tales pacientes.
Para otros que no son elegibles para la resección o el trasplante de hígado, las opciones de tratamiento incluyen métodos no quirúrgicos locales de ablación tumoral (ablación por radiofrecuencia [RFA], inyección percutánea de etanol [PEI]), quimioembolización transarterial [TACE], radioterapia) y terapia sistémica. La selección de cualquiera de las opciones de tratamiento anteriores está determinada por la gravedad de la enfermedad hepática subyacente, el tamaño y la distribución de los tumores intrahepáticos, el suministro vascular y el estado general del desempeño del paciente.
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