Cuando un niño está desnutrido, el cuerpo seguirá lo que se podría pensar como una jerarquía de necesidades para preservar la vida. Inicialmente, el nivel de energía se vería afectado de alguna manera, pero a medida que pasa el tiempo, la energía almacenada como carbohidratos en el hígado y los músculos se agotarán, luego la grasa se almacenará junto con un poco de tejido proteico para generar energía para el metabolismo cerebral. Sin reservas de carbohidratos, las vías metabólicas para generar energía se vuelven más complejas. La vida se conserva, pero la energía requerida para el movimiento se inhibe enormemente. En este punto, el cuerpo puede sobrevivir con mucho menos uso de energía. El crecimiento se ralentiza y eventualmente se detiene ya que la energía debe extraerse de la proteína que compone los músculos y luego los órganos.
La cantidad de tiempo que toma y el grado de retraso en el crecimiento depende del estado nutricional del adolescente y de qué tan gravemente está desnutrido. Si se alimenta al niño con al menos un poco de carbohidratos, se evitará el tejido proteico para que disminuya el desgaste de los músculos y los órganos. Pero si se somete a la inanición repetidas veces, incluso con períodos intermitentes de buena alimentación, el crecimiento se atrofia permanentemente y el daño de los órganos puede ser irreversible, lo que lleva a la muerte en algunos casos.
