Alguien me explicó una vez la demencia así:
Con frecuencia olvida dónde dejó sus llaves. Eso es humano.
Tienes las llaves en la mano y las miras y no puedes armar lo que son o lo que hacen. Eso es demencia.
Puede (y lo hace) tomar notas para recordarse a sí mismo de lo que sabe que está olvidando. Luego miras las notas sin poder reconocer lo que significan.
Mi papá tenía demencia. En sus primeras etapas, dijo que se sentía “confundido”. Parecía desorientado.
A medida que progresaba, nos pareció que el resto de nosotros empeoraba su personalidad: su tendencia a repetir cosas, su obstinación, su dificultad. Era cariñoso e imposible, pero siempre lo había sido, tal vez esto solo era que él se estaba haciendo viejo.
Entonces todo fue miedo. Paralizar la angustia ante cualquier cosa que alterara su rutina, acusaciones que parecían no haberlo calmado. (“Nunca me llamas”. “Pero hablamos hace menos de una hora”).
Cuando comienzas a perder la memoria, también pierdes el orden. En tu mente no hay cronología. Oyes a los niños jugando afuera. ¿Son tus amigos que vienen a jugar? ¿O han pasado años y son sus hijos? O tus nietos? ¿Dónde estás? ¿Quiénes son las personas en las fotografías descoloridas?
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Sabía desde el principio que estaba perdiendo la cabeza. Hablamos sobre eso, ideamos planes, acordamos el tratamiento. Él prometió que iría a hacerse exámenes, iría al médico. Entonces olvidaría todas las conversaciones y se negaría a seguir adelante. Un hombre sin memoria no puede cumplir su palabra. Su palabra, una vez lo más sagrado.
Hasta el final, mientras su cerebro se enredaba más y se convertía en espejos, delirios y humo, aún podía verlo claramente por debajo, esa mente increíble, su sentido del humor, su sorprendente y sorprendente inteligencia. Y su amor El me ama.
No puedes “superar” la demencia. Es como si fueras testigo de alguien que toma una goma de borrar y borra lentamente tus contornos, entonces quién eres. Todos los superhéroes saben que este día llegará y aquí está. Tu kriptonita
La demencia no es “incómoda”. Es despiadado. Es implacable. Es incurable. Y tomará su tiempo para matarte.
Una vez hecho esto, da el golpe final: las personas que amabas y estaban infaliblemente allí lucharán por recordar lo que solías ser antes de que llegara la demencia.