Las enfermeras siguen órdenes, pero se espera que usen habilidades de pensamiento crítico para evaluar su uso o aplicación. Tenemos que confirmar que son claros, apropiados y pueden sugerir parámetros a su alrededor.
Los medicamentos son solo parte de la ecuación. Están programados (en un horario determinado) o según sea necesario. El orden debe ser específico del medicamento utilizado, la dosis, cómo se supone que debe ingresar al cuerpo (por vía oral, por vía intravenosa, etc.), cuándo se debe administrar, si se trata de un pedido único, así como también cómo afectará otros problemas de salud e interactuará con otros medicamentos / tratamientos. La medicación también se puede evaluar como efectiva o no, y se pueden hacer sustituciones. Obviamente, esto está determinado por la corriente, así como por las posibles reacciones alérgicas futuras.
La discusión entre las enfermeras y los médicos también incluye discusiones sobre tratamientos, procedimientos y cirugías. Analizamos de manera exhaustiva lo que está sucediendo con el paciente, así como también el camino que consideramos que es la mejor opción.
La conclusión es que cada uno de nosotros tiene nuestro propio “alcance de práctica”. La ley estatal y los procedimientos hospitalarios delinean lo que podemos y no podemos hacer. En una atmósfera ideal de trabajo en equipo, los médicos y enfermeras trabajan juntos para hacer lo que creen que es mejor para el paciente. Desafortunadamente, los egos pueden complicar el problema ocasionalmente.