Cuando un medicamento expira o se acerca el vencimiento, uno o más de tres cambios principales pueden tener lugar.
En primer lugar, la cantidad (ensayo) de ingrediente activo (fármaco) disminuye debido a la degradación y, finalmente, se pierde la eficacia de la medicación. En otras palabras, la medicación se vuelve ineficaz.
En segundo lugar, pueden desarrollar impurezas, ya sea como subproductos de la degradación del fármaco mencionados anteriormente o debido a la degradación de los ingredientes inactivos, el crecimiento microbiano, la incompatibilidad a largo plazo con el material de envasado, o incluso la contaminación. Estas impurezas pueden o no ser tóxicas y su toxicidad raramente está sujeta a estudios clínicos, simplemente porque no tiene sentido siempre que el medicamento se use antes de la fecha de caducidad.
En tercer lugar, las propiedades físicas de la forma de dosificación pueden cambiar, lo que afecta directamente el rendimiento de la fórmula. Un ejemplo incluye el endurecimiento de una tableta con el tiempo, a veces llamado envejecimiento, retardando su desintegración o disolución y, finalmente, limitando la liberación del fármaco. Otro ejemplo similar es formar grumos en una suspensión o una suspensión seca.
La medida en que se producen estos cambios depende de varios factores, como el medicamento en sí, la fórmula, la forma de dosificación, el envasado y las condiciones a las que está expuesta cada unidad durante su vida útil. Entonces, en algunos casos, el ensayo se agota, mientras que las impurezas tóxicas no se forman. En otros casos, simplemente las propiedades físicas cambian mientras que el ensayo y los cambios de impurezas son insignificantes.
En resumen, sí, los medicamentos pueden volverse tóxicos al vencimiento, o al menos perder eficacia, lo cual es un riesgo para los pacientes cuyas vidas dependen del efecto de un medicamento diariamente. Entonces, es sensato no tomar un medicamento caducado.