El calentamiento rutinario de la sangre no es necesario para la mayoría de las transfusiones.
El calentamiento está indicado solo en transfusiones masivas o cuando la sangre debe transfundirse rápidamente. La idea es evitar la hipotermia (disminución de la temperatura corporal por debajo de lo normal) transfundiendo sangre fría
Demasiado calentamiento puede dañar los productos sanguíneos.