Los diisocianatos, que se encuentran dentro de las colas de poliuretano que comprenden los recubrimientos furtivos, pueden causar problemas pulmonares y neurológicos graves.
El problema lo plantea el calor generado por la fricción aerodinámica. La RAM utilizada por B-2, F-117, F-22 y F-35 debe mantenerse en su lugar mediante un adhesivo. En el caso del vuelo supersónico, la temperatura de la piel externa puede alcanzar más de 1000 grados a alta velocidad.
Pierre Sprey, co-diseñador del F-35 reveló: El revestimiento absorbente del radar se mantiene en su lugar mediante un adhesivo que emite letal gas tóxico mientras el avión viaja a altas velocidades. Las toxinas se encontraron en la sangre de los pilotos y este problema ya ha cobrado la vida de un piloto, Jeffrey Braden.
Un técnico realiza mantenimiento en el F-35
En caso de un choque, estos materiales compuestos tóxicos presentarían un riesgo significativo para la salud dentro de un amplio radio del sitio del accidente como las nubes inevitables de gases tóxicos abrasivos para pulmón y fibras que llevan toxinas y que fluirían desde restos de restos de compuestos ardientes durante días.
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El supuesto “sistema de generación de oxígeno a bordo” (OBOGS) para el F-22 parece sospechoso porque no hay una necesidad lógica para ello. La aeronave no funciona durante un tiempo tan prolongado como para que se requiera, ni existen obstáculos planteados por las soluciones de suministro de oxígeno convencionales. Sería un ardid difícil ofrecer este problema como el único culpable detrás de una serie de complicaciones de salud entre los pilotos de F-22, muchas de las cuales han causado la muerte.