Por lo que entiendo, la única correlación entre las incidencias del diagnóstico de autismo es (redoble de tambor, por favor …) la proximidad geográfica a un caso de autismo recientemente diagnosticado . Está bien.
Investigadores que intentan encontrar una causa ambiental fantasma, observando vectores tradicionales como canales, sistemas de alcantarillado, proximidad a sitios de desechos tóxicos, descubrieron que era mucho más probable que un niño fuera diagnosticado como autista si una familia cercana también tenía un niño recientemente diagnosticado como autista . Una conclusión a la que llegaron estos investigadores fue que los padres preocupados, muy a menudo de clase media a alta, de niños que tenían diversas discapacidades del desarrollo y problemas de conducta que conocieron a padres de niños ya diagnosticados como autistas, se convencieron de que también tenían un niño autista. Estos padres alarmados buscaron a un profesional médico que diagnosticaría a su hijo como autista para garantizar que tuviera acceso a los recursos educativos disponibles para los niños autistas.
Esto ha llevado a algunos a concluir que el autismo es más una epidemia de diagnóstico que cualquier otra cosa. Debo señalar que no soy un estadístico, un epidemiólogo o un especialista en autismo de ningún tipo, solo un tipo de la calle que se ha vuelto cada vez más cauteloso sobre la definición cada vez mayor de autismo y la actual ‘plaga’ del autismo en los Estados Unidos. sufrido desde mediados de los 90 en adelante.
No estoy diciendo que no haya personas legítimamente autistas (en el sentido de la definición original de autismo que cubría lo que antes se conocía como sabios idiotas ) cuyos cerebros obviamente se desarrollaron de maneras sorprendentemente diferentes a lo que se consideraría normal: en todo desde la cognición altamente avanzada y la retención de la memoria, a la adquisición deficiente del lenguaje, a la incapacidad para suprimir la amígdala.
Soy escéptico acerca de todos los padres que han oído hablar de autismo de alguien, se conectaron en línea y leyeron algunos síntomas vagamente redactados (que se aplican tan bien como el horóscopo de cualquiera), se convencieron de que su hijo presenta algunos de esos síntomas, y luego persiguieron a un terapeuta que validaría su convicción. El estudio que relaté apareció en NPR hace un año y medio.