La industria farmacéutica ya utiliza etiquetas RFID para rastrear productos a través de la cadena de suministro y, supuestamente, para frustrar fabricantes falsificados. En una fábrica, especialmente en un fabricante de dispositivos médicos o farmacéuticos, es común exigir a los trabajadores que usen brazaletes RFID e “iniciar sesión” en estaciones de trabajo que puedan verificar que el trabajador haya sido entrenado y certificado para la pieza de equipo o tarea que realizarán estar realizando. Esto permite auditar la cadena de suministro y realizar retiros precisos si es necesario, ya que el fabricante puede ver exactamente qué manos tocaron una unidad en particular. Algunos hospitales le dan a los pacientes brazaletes de identificación con etiquetas RFID para reducir los errores de identidad médica, y en el futuro los pacientes pueden usar chips que contengan sus historiales médicos para ayudar a los respondedores de emergencias a aprender sobre asuntos médicos importantes.
Para todas estas aplicaciones, los códigos de barra visuales (1D o 2D) probablemente serían un paso atrás en cuanto a conveniencia y capacidades.
Es absolutamente una ventaja que cualquier persona con un teléfono inteligente con cámara pueda, con el software adecuado, interpretar un código QR, especialmente si apunta a una URL en la Web. Por el contrario, los lectores de RFID siguen siendo dispositivos independientes con los que pocos consumidores caminan. Pero no estoy seguro de que esto importe mucho en los mundos “verticales” de la asistencia sanitaria o la fabricación.
En pocas palabras: más allá de la aplicación de URLs de codificación en medios impresos “heredados” para guardar el tipeo, los códigos QR probablemente ya se han vuelto obsoletos o se saltearán en favor de tecnologías más convenientes y capaces.