La micosis fungoide es un tipo de una malignidad generalmente de bajo grado de un tipo de glóbulos blancos llamados linfocitos. La micosis fungoide también se llama linfoma cutáneo de células T.
Los linfocitos son glóbulos blancos que son parte del sistema inmune. Realizan muchas funciones, como proteger a la persona de infecciones y cánceres, entre otras cosas. Cuando se forman linfocitos, tienen designaciones en cuanto a dónde está el lugar particular del cuerpo. Hay linfocitos que normalmente están presentes en la piel, ya que la piel suele ser el área del primer contacto entre el mundo exterior y el interior de la persona. Las infecciones, las infestaciones, los alérgenos y otras sustancias pueden penetrar en la piel.
Normalmente, los linfocitos que residen en la piel protegen a la persona de estos agentes. Desde su formación, estos linfocitos tienen un mecanismo de orientación que los conduce a la piel. Los linfocitos que causan la micosis fungoide también tienen un mecanismo de orientación que los lleva a la piel.
La micosis fungoide generalmente evoluciona lentamente e inicialmente aparece como parches rojos y escamosos que pican o a veces son asintomáticos. Dado que se parece mucho al eccema, puede tratarse como eccema durante años antes de que se realice el diagnóstico.
El diagnóstico se realiza haciendo varias biopsias de piel, todas al mismo tiempo, y enviándolas a un patólogo para buscar linfocitos anormales (un tipo de glóbulos blancos) en la piel, particularmente en la porción superior de la piel (la epidermis).
La micosis fungoide en etapas tempranas responde bien a una serie de tratamientos que no son de quimioterapia. No existe una cura para la micosis fungoide, pero si se diagnostica temprana y adecuadamente, la enfermedad puede mantenerse bajo control por muchos, muchos años.
