Cualquier conversación surgirá con al menos algunas pistas. Incluso si el paciente es completamente no verbal o sin lucidez, los psiquiatras aún tienen ojos. Todavía pueden observar el comportamiento, los gestos, los patrones del habla y las interacciones personales o sociales del individuo.
¿Puede la persona sentarse y conversar de uno en uno? ¿Se inquietan, se mueven o mantienen el contacto visual?
¿La persona se desploma en la silla y tiene una apariencia aparentemente triste o neutral en su rostro? ¿Están sus pensamientos organizados, inconexos o paranoicos? ¿Están llorando?
Digamos, por ejemplo, que la persona ha sido ingresada en un centro para pacientes internados. Las enfermeras y el personal en realidad tienen gráficos de comportamiento de 24 horas para cada paciente. Las cámaras omnipresentes no son solo por seguridad. También permiten observar y registrar el comportamiento de los pacientes las 24 horas, los 7 días de la semana.
Ellos pueden preguntar: ¿el individuo se queda en su cama constantemente y duerme? ¿Se pasean por su habitación o por los pasillos? ¿Interactúan con otros pacientes? ¿Gritan, gesticulan salvajemente y parecen agitados?
Estas son solo algunas de las preguntas y observaciones que pueden ayudar a un psiquiatra a hacer un diagnóstico sin tener que depender de un paciente perspicaz y perspicaz que pueda darles todos los detalles.